jueves, 7 de octubre de 2010

Oxidación y reloj biológico


El envejecimiento es la consecuencia de varios procesos. Uno de ellos se debe a la acción de los radicales libres, que se producen cuando las células transforman el oxígeno que reciben en energía. Cuando los radicales libres son demasiados, dañan las membranas de las células y su ADN, es decir, la base de información que rige su funcionamiento correcto. A partir de cierta edad, las alteraciones se aceleran y están relacionadas con la aparición de enfermedades. Este proceso se puede comparar con el desgaste que sufren las máquinas por su mismo funcionamiento, pero como se explicará más adelante, existen maneras de combatirlo.

Otra de las causas del envejecimiento es que las células van perdiendo su capacidad para reproducirse. Cada vez que se dividen se acorta una sección de ADN conocida como telómero, hasta que se hace tan pequeña que no puede crearse una nueva célula. Además, la célula muere y se convierte en un deshecho que interfiere con las compañeras aún sanas. No se puede detener este reloj biológico inexorable. Sin embargo, es posible reducir el ritmo de división celular, o sea, hacer que el segundero vaya más despacio.

¿Cómo se puede frenar la división celular y los radicales libres? Una dieta que proporcione todos los nutrientes esenciales, así como una variedad de agentes antioxidantes, es fundamental. Para reducir el riesgo de deficiencias es necesario consumir al menos siete raciones diarias de frutas y verduras, la mitad frescas. Estos alimentos también proporcionan fitoquímicos con capacidad para estimular el funcionamiento del sistema inmunitario.

Aunque se conocen muchos agentes antioxidantes, los más destacables quizá sean las antocianinas y los carotenoides. Las primeras, que se hallan en los vegetales rojos, púrpuras y verdes, protegen todos los tejidos del cuerpo contra el efecto degenerador de los radicales. Previenen las enfermedades del hígado, el melanoma, la diabetes y las dolencias neurológicas, entre otras.

Los carotenoides, un grupo compuesto por unas 600 sustancias presentes en los vegetales de color amarillo, naranja y rojo, protegen específicamente ciertos tejidos corporales: la luteína de la lechuga protege la retina, mientras que el licopeno del tomate es benefactor para la próstata y la mucosa oral.

Otras sustancias fitoquímicas interesantes son los compuestos azufrados de las coles, las cebollas y los ajos, de demostrado efecto anticancerígeno, o la epigalocatequina del té verde.








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